viernes, 18 de septiembre de 2009
La ligereza del tratamiento de la información en los temas de infancia
domingo, 6 de septiembre de 2009
El costo de tener una madre Ausente
Dejar a un hijo en la sala cuna puede tener consecuencias en su desarrollo emocional. Así de categórica es Marta Montaldo, autora del libro ¿Dónde estás, mamá?, que acaba de ser publicado por editorial Catalonia. Según ella, es tan necesaria la presencia materna, que el postnatal debería ser de dos años.
Por 25 años, Marta Montaldo fue la dueña y directora de una sala cuna y jardín infantil del barrio alto. Pasaron más de 2 mil niños por sus manos. Y no hubo ninguno de ellos de los cuales no supiera su nombre, su historia, quiénes eran sus padres, qué problemas tenían y qué los hacía reír.
Esta educadora de párvulos de la Universidad de Chile, se entregó por entero a lo que considera una de las pasiones de su vida: ver a los pequeños desarrollarse felices. Por eso repletó su establecimiento de colchonetas, salas espaciosas, mobiliario de calidad, luces, juguetes ymúsica. Como veía que los bebés requerían tanta atención, contrató a una “tía” por cada tres niños, algo que distamucho de otros lugares donde llega a haber una especialista por cada 10 párvulos.
Pero sus 11 horas diarias de trabajo y su dedicación por completo no eran suficientes. “Hubo algo que me superó. Los niños siempre estaban melancólicos, tristes. Era algo que conversábamos con el equipo, lloraban mucho y, cuando ya se acostumbraban al lugar, después no querían irse con sus madres. No había placidez en ellos. Lo más curioso es que era algo que no se daba con los más grandes que iban al jardín”, dice.
Hace seis años, cuando tenía 61, decidió que era tiempo de terminar su labor como educadora. Al menos en el día a día. Después de criar a sus tres hijos y de trabajar incansablemente, vendió el jardín y se fue a su casa. Pero no se quedó tranquila. La idea de que los niños siempre estaban melancólicos, rondó su cabeza como una obsesión imparable, que tenía que resolver en algún momento. Y decidió buscar la respuesta.
Sus conclusiones son tajantes: las madres son irremplazables. Las salas cuna son dañinas. El postnatal debiera ser de dos años. Estas ideas las expuso en su libro ¿Dónde Estás Mamá?, publicado recientemente por Catalonia.
Años determinantes
MartaMontaldo estaba convencida de que algomalo había en el hecho de llevar a los niños a una sala cuna. Por el consejo de una amiga sicóloga, comenzó a leer los trabajos de Donald W.Winnicott, un pediatra y psicoanalista inglés, reconocido a nivel mundial y experto en sicología infantil temprana. “Me di cuenta de que el problema era mucho mayor de lo que imaginaba y de que nunca estuvo en mis manos solucionarlo. Simplemente, porque yo no era la mamá”.
Como ella dice y sobre la base de la teoría de Winnicott, lo que le sucede a un niño antes de los dos años determina su futuro. “Si sabes eso, entonces, no te puedes callar”, plantea.
Esa hipótesis la comparte también la neurociencia actual, basándose en que los estímulos que recibe un bebé –sobre todo de la relación con su madre– determinan sus estructuras neuronales.
Esto se traducirá en conductas o formas distintas de percibir el mundo. Tanto es así, insiste Cortés, que se ha demostrado que niños que no tuvieron una buena relación materna frente a otros que sí la tuvieron, tienen estructuras cerebrales diferentes y, por lo mismo, respuestas distintas. El sujeto que tiene un apego firme con su progenitora, tendrá un cerebro más flexible y adaptativo.
En todo caso, la neurociencia también plantea que el cerebro es moldeable a lo largo de la vida. Esto significa que, en cualquier etapa y a cualquier edad, es posible modificar conductas. Por eso, si bien el desapego materno determina ciertas estructuras neuronales, éstas pueden volver a reformarse con otras experiencias en la vida. En términos simples, el mismo cerebro permite la “sanación” de algunos traumas en la infancia.
Sólo la madre
En Chile, según datos de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji), en el año 2005 el 40% de los niños asistía a salas cuna y jardines infantiles –en estratos altos llega hasta 50%– Para Marta Montaldo, dejar al hijo en uno de estos centros, es causarle un daño. Ella sostiene que un recién nacido se encuentra en un estado muy precario en términos de saber quién es. “Al comienzo vive en una fusión con la madre. Ella le presta su matriz sicológica hasta que su hijo se constituye como un individuo desde el punto de vista sicológico.
El bebé mantiene una estructura desorganizada, llena de impulsos. No está consciente de sí mismo. Y en estas condiciones se encuentra expuesto a ansiedades tremendamente difíciles”, explica.
“Es radical que la mamá conduzca este proceso, adaptándose ciento por ciento a las necesidades del bebé,” comenta la autora. Para ello, es necesario que lo conozca absolutamente; que se entregue a él y que esté totalmente pendiente de lo que requiere. Según Winnicott, sólo es la madre la que está capacitada para hacerlo, porque biológicamente es ella la preparada para entrar en un estado de repliegue –una concentración extrema hacia su bebé– que comienza en el embarazo y termina cerca de los seis meses de edad del niño. Son sólo ellas las que adquieren una capacidad especial para entender a su hijo.
Sin embargo, con la vida actual, la presión social por ser una profesional exitosa o mantener una vida social activa, las madres no están tan presentes del modo en que lo requiere una guagua, plantea la autora del libro.
La idea, según ella, es evitar el cuidado mecanizado: lavar, mudar, dar pecho, hacer dormir. Lo que necesita es que su madre decodifique cada una de sus necesidades, siga su ritmo y lo contenga hasta que se dé cuenta de que él es otro sujeto. Por ejemplo, acunarlo con cuidado o captar cuando necesita un momento de tranquilidad, y no agobiarlo ni sobreestimularlo con sus ansiedades.
Montaldo explica que este tipo de cuidados sutiles, la mamá los hace naturalmente. No necesita instrucciones, sino que lo realiza espontáneamente, cuando se cumplen algunas condiciones: entregarse a su hijo por completo y estar sana mentalmente.
Si en los primeros seis meses esto no sucede, y la madre lo va a dejar apurada a la sala cuna, con suerte lo amamanta, lo recoge a la vuelta y lo ve un par de horas al día, entonces el proceso de que el niño logre configurar su identidad sicológica se quiebra. Y eso produce, según Montaldo, todo tipo de trastornos emocionales.
De choque con la realidad
En Latinoamérica, según un informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 53% de las mujeres participa en el mercado laboral. En Chile, la cifra alcanza cerca del 42%, pero crece cada vez más. El mismo estudio del PNUD determinó que entre febrero y abril de 2009, se registró un crecimiento en la fuerza de trabajo femenina de 3,3%, lo que corresponde a 89.073 mujeres más que en el mismo período anterior.
En términos concretos, las mujeres en Chile trabajan y tienen hijos. Para ellas, la ley considera un postnatal de 84 días a partir del momento en que es madre. Montaldo, en cambio, dice que se necesitan dos años.
–¿Cómo pueden hacer las mamás que trabajan para estar presentes de la forma en que usted plantea?
–Yo creo que la pregunta es: ¿qué puede hacer la sociedad para resguardar a las mujeres de no trabajar. Es tan simple como eso. Porque no se le puede dejar toda la responsabilidad a la madre, ella necesita ayuda de la sociedad para disponer de su tiempo pleno, necesita estar tranquila.
–¿No hay manera de que la madre pueda cumplir con este rol materno tan intensamente y, a la vez, trabajar?
–¿Qué pasa con el tema de la postergación? ¿No cree que de esa manera una mujer se pospone, mientras el padre sigue con su vida?
–Pienso que en este caso, es mucho más trascendente lo que hace la mujer que el hombre. La sociedad tiene una escasa valoración de la interdependencia entre el bebé y su madre y ella no se atreve a priorizar este vínculo temprano. El dilema de volver a trabajar va a existir, y la mamá es presa de sentimientos de tristeza, culpabilidad, ansiedades. Pero son las costumbres sociales las que la empujan a eso.
–Pero esta visión también podría entenderse como machista…
–No, porque lo que hay detrás es un problema económico más que de machismo. El sistema es el que no concede ese espacio para la madre, porque necesita que la mujer trabaje. Ella se ve obligada a enfrentar ese problema y a volver a trabajar; ahí su hijo pasa al cuidado de terceros, y todo el ambiente facilitador que el bebé recibía de su madre se rompe. La mujer tiene derecho a optar por la salud de su hijo, pero es el sistema el que la obliga a no hacerlo.
Un círculo nada de virtuoso
La incapacidad social de la que habla Montaldo se expresa en uno de los capítulos de su libro. La especialista realizó entrevistas en profundidad a las personas que rodean al niño desde que nace: enfermeras en las clínicas y hospitales, auxiliares, médicos, educadoras y asistentes de párvulos, asesoras del hogar y padres.
Las conclusiones que recoge, según ella, son alarmantes. En las salas de maternidad, las mujeres solicitan tranquilizantes para dormir y cesáreas, aunque no las necesiten. Una de las enfermeras que habla en el texto lo relata así: “La clínica ha sido bien permisiva en muchas cosas, porque el objetivo es captar clientes. Entonces, el ser más permisivos hace que ellos se queden y, por eso, siempre les dan la razón”. Todo eso, comenta Montaldo, favorece el desapego.
Y ello continúa después con el regreso a la casa. Las auxiliares de enfermería que muchas mujeres contratan, acusan que ellas son las que se encargan de vestir al niño, bañarlo, estar atentas a cuando despiertan. “La mamá le da pecho nomás”.
Luego, con el reingreso al trabajo y la consecuente integración de los pequeños a las salas cunas, el círculo del desapego continúa. Una educadora de párvulos dice que al principio, la madre se muestra preocupada. “Entrega a su guagua con angustia, algunas lloran. Después de un tiempo, llegan a dejarlas muy apuradas. Algunas ni siquiera se bajan del auto. Tocan la bocina, va una tía y la mamá le dice que todo está escrito en la libreta. Y de hecho en la libreta dice: ‘Van dos pañales’”.
A Marta Montaldo el tema le preocupa. Y mucho. Dice que su libro es un grito de alerta. Y que lo que ella busca es devolverles las madres a sus hijos.
Qué pasa con el padre
Según la teoría del pediatra y psicoanalista inglés donald W. Winnicott, en el embarazo, la mamá entra en un estado de replegamiento que la lleva a desconectarse del medio, lo que le permite enfocarse al 100% en su hijo. Es una forma de “enfermedad normal”. ellas desarrollan una preocupación primordial primaria y adquieren una capacidad especial para captar lo que necesita su hijo y para abstraerse del resto del mundo exterior.
“Las demás personas no se encuentran en este trance”, dice Marta Montaldo, autora del libro recientemente lanzando ¿dónde estás, mamá? el rol de la madre no lo puede reemplazar el padre. Sin embargo. Éste cumple también un papel esencial: permitirle a ella que entre en ese estado de abstracción.
“El padre es ahora quien debe ser como la madre de la madre, cuidarla, alejarla del mundo externo con tal de que ella esté tranquila y pueda estar absolutamente libre para dedicarse a su bebé”, concluye Montaldo.
sábado, 5 de septiembre de 2009
¿Por qué no inscribirse en los registros electorales?
La democracia es entendida, de forma básica y consensuada como el “gobierno del pueblo”, esta definición es al menos la más repetida cuando a cualquier persona se le pregunta acerca del significado de este concepto. Sin embargo la democracia es un poco más profunda en distintos aspectos. Para empezar es un régimen político, no es “la política” de manera total, sino un determinado “modo” o “forma” de política. Es importante comprender esto pues “la política” es mucho más amplia y la conforman más regímenes políticos alternativos. Además todos somos sujetos políticos en la medida en que nos organizamos. Sujetos políticos que no por eso somos democráticos.
También no hay una sola forma de Democracia. Existe la democracia directa, indirecta, asamblearia, restringida, etc. En Chile existe actualmente una democracia restringida, en que los “mandatarios” no son representativos, no existen reales cambios a la constitución y existe un fuerte impedimento –tanto del gobierno como de la oposición- a los avances sociales.
También es cierto que es conducida por dos fuerzas o coaliciones poderosas (Alianza y Concertación) que actúan como entes hegemónicos. ¿Qué significa que sean “hegemónicos”? Hegemonía significa que una fuerza ejerce supremacía o superioridad sobre otra, dominándola para sus propios intereses. Por ejemplo: un país puede dominar a otro más pequeño y no necesariamente por la vía de las armas, esta relación de dominio se puede dar a través del lenguaje o las costumbres, caso conocido es el dominio ejercido por los Españoles –y también los chilenos- sobre el Pueblo Mapuche en que los sometía por medio del castellano y el cristianismo, “hegemonizandolos”.
Un ejemplo claro en el actual sistema democrático-binominal en chile es el sufragio juvenil: ¿Por qué los partidos políticos y sus coaliciones están tan interesados en que los jóvenes voten? ¿Por mero civismo? No. Lo cierto es que actúan con estos discursos con el fin de hegemonizarlos. Si ningún joven votara, si ninguna persona lo hiciera ¿qué justificaría el poder de los gobernantes? Seguramente nada, y si continuaran gobernando sería ilegal. Ese es el miedo de los gobernantes por lo que crean estrategias para evitar esto y crean pequeñas reformas parche con tal de que los jóvenes se inscriban en los registros electorales y continúen integrando las filas de los partidos avejentados.
Esa actitud de las coaliciones políticas son hegemónicas. Tratan de poseer las luchas sociales, a los jóvenes desencantados, los estudiantes paralizados con el fin de que no muera su sistema tan poco democrático. ¿Cómo lo materializa? Pone a disposición de los electores “caras nuevas” (Marco Enriquez-Ominami) para que los jóvenes se interesen por él. El sistema también puede mostrarse como “de acuerdo” con las luchas de los sujetos cotidianos (creer en la revuelta de los pingüinos, apoyar con mediaguas a los pobres, etc.) y “reformar” el sistema, pero nunca “cambiarlo” de forma interna.
En este primer aspecto el sistema trata de regenerarse a través de la reforma, pero nunca cambiarse totalmente pues, a quienes poseen el poder no les gusta perderlo.
Bien. ¿Y si optamos por cambiar la democracia? Lo cierto es que el primer paso es la Asamblea Constituyente. La Asamblea Constituyente es el paso previo para levantar un sistema democrático real y participativo y a lo largo de todas las constituciones de chile (en total 10) no se a realizado nunca, o sea; nunca nos hemos sentado todos los involucrados y gobernados a discutir como queremos la democracia previo a emitir un texto constitucional, en cambio; siempre ha sido impuesta desde las cúpulas de poder.
Ahora bien. La democracia tampoco es la única opción; como dijimos al principio, es solo un régimen político de lo que se desprende que existen muchas otras formas de hacer política como el anarquismo, el socialismo, el comunismo, el mutualismo, la democracia directa, participativa, y así podríamos seguir por mucho tiempo más. Incluso podemos inventar y practicar un régimen político si se nos ocurre. Lo cierto es que el voto solo legitima todo lo mencionado anteriormente, votar no significa necesariamente tener poder, en este caso significa someterse a él. El no votar tampoco es sinónimo de “no estar ni alli” como quiere hacernos creer algunos organismos de gobierno como la INJUV o SERVEL, por el contrario, el no votar nos llama a organizarnos en nuestro espacio cotidiano, con nuevas formas de hacer política.
¿Y si ya me inscribí? Existe otra opción también válida: el voto nulo. Los votos blancos solo se suman en segunda vuelta, pero el voto nulo no se puede sumar.
El voto solo representa dominación, no votemos ni le demos legitimidad a este sistema pero organicémonos igualmente siendo protagonistas de nuestra propia historia y no actores secundarios de la vida de los poderosos!.
Autor: en búsqueda de la referencia...
jueves, 9 de julio de 2009
Garantizan derechos humanos de mujeres que abortan
En mayo, el Ministerio de Salud (Minsal) dio a conocer a las cerca de 40 organizaciones que forman parte de su Consejo Consultivo de Género y Salud de las Mujeres un instructivo dirigido a todos los directores de los servicios de salud del país, en el que se pide garantizar la atención médica y no violar la confidencialidad de quienes se hayan practicado abortos para no judicializar sus casos.
"Aún cuando el aborto es una conducta ilegal ( ) en la legislación chilena, no corresponde extraer confesiones a las mujeres que requieran atención médica como resultado de un aborto, sobre todo cuando dicha confesión se solicita como condición para la prestación de salud requerida", enfatizó en el documento, fechado el 24 de abril, el ministro Álvaro Erazo.
El secretario de Estado recordó que una acción de este tipo vulnera la norma contenida en el artículo 15º de la Convención Contra la Tortura ratificado por Chile, el 30 de septiembre de 1988 y la Constitución Política, en lo que respecta al derecho a la salud y la garantía de un proceso justo.
"En síntesis, la atención médica debe ser incondicional y cualquier confesión obtenida en el contexto descrito es completamente ilegal", agregó.
RESPUESTA A LA ONU
El doctor René Castro, jefe del Programa de Salud de la Mujer del Minsal, y uno de los profesionales que participó en la redacción del documento, señaló a La Nación que con el instructivo se busca dar cumplimiento al Tercer Informe Periódico sobre Chile, de 2004, elaborado por el Comité Contra la Tortura de Naciones Unidas.
"De lo que se trata aquí es que el funcionario de salud privilegie su función sanitaria. No debería transformarse en un investigador o judicializador del tema ( ) La obligación de reportar los abortos sería secundaria a la obligación de preservar la confidencialidad con los pacientes", indicó Castro.
Lo anterior, debido a que la ONU pidió que no se condicione la atención de las mujeres a que confiesen y sean llevadas a la justicia.
"El concepto que queremos ir instalando es que si una persona llegó con un aborto, es cómo lo hacemos para que no repita la misma experiencia y eso requerirá de todo un esfuerzo de educación a la mujer", explicó.
El Minsal señala que no existen cifras exactas sobre abortos en Chile, pero que una estimación gruesa sería cerca de los 100 mil anuales y recordó que los profesionales no pueden ser llevados a la justicia "porque si no hay denuncia no (hay caso)".
ABOGADA DE LA UDP
La abogada Lidia Casas, del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales, valoró el instructivo porque la penalización no es una herramienta que disminuya los abortos, lo que en cambio sí se puede lograr con un acompañamiento a la mujer.
Recordó que una medida de este tipo se le exige a Chile desde 1995, ya que la mayoría de las denuncias de este tipo provienen de los servicios de salud.
Respecto de las repercusiones judiciales que puede tener en un médico o matrona el no denunciar un hecho como éste, la abogada señaló que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ya se pronunció sobre este punto.
"Hay un caso paradigmático contra Perú, en donde a una doctora la acusan, el gobierno de Fujimori la procesa y la condena por no haber denunciado a un señor que participó en un enfrentamiento y fue herido de bala. La ley peruana, al igual que la chilena, la obliga a reportar estos hechos a la autoridad, pero ella llega a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la cual señala que los médicos no pueden constituirse en el brazo armado del aparato investigador, porque su primer deber es con el paciente. Este es el peso fuerte para mantener el tema de la confidencialidad", enfatizó.
Según sus estimaciones, las cifras de abortos complicados en Chile bordean los 30 mil.
"Si lo médicos tuvieran que reportar cualquier aborto la cantidad en el sistema de justicia sería altísimo", señaló.
Extraído de Diario "La Nación", 08 de julio de 2009.
domingo, 3 de mayo de 2009
Epidemia del Lucro
Silvia Riveiro
Investigadora del Grupo ETC
www.etcgroup.org
lunes, 16 de marzo de 2009
¿Hablemos de Aborto?
El ingreso en la arena electoral de algunas opiniones sobre aborto terapéutico señala con penosa claridad cómo se degrada a tema político lo que es un severo problema en salud pública y un dilema insoluto en la esfera personal de muchísimas personas. La vaguedad con que se hace referencia al aborto indica una falta de sensibilidad ante un conflicto que permea verticalmente toda época histórica y horizontalmente las más diversas sociedades y culturas. Decir que el tema merece discusión “como corresponde” es un lugar común dirigido a todos, a los pro vida dándoles la tranquilidad que solo de discusión se trata, a los pro elección para otorgarles la expectativa que al menos habrá debate.
El aborto ha sido definido como un tema valórico, que por cierto lo es como muchas otras materias. Crear leyes de fomento a la cultura es valórico, como lo es destinar recursos a un centro deportivo o legislar sobre educación. Y precisamente por ser valórico, ha de ser debatido en amplitud y apertura a respuestas y decisiones diversas y equivalentes. Lo más reñido con una sociedad plural y tolerante es imponer normas y prohibiciones que obedecen a ciertos valores que no son universalmente compartidos. Contrariamente a lo que se nos dice, lo “valórico” debiera desencadenar el debate respetuoso y de ningún modo clausurarse en torno a un valor determinado.
Por lo demás, lo que eventualmente se pondría sobre la mesa de debate es el aborto terapéutico, donde el tema es una indicación médica que hace peligroso continuar con el embarazo. Es obvio que los riesgos para la estabilidad de la mujer incluyen los embarazos producidos por violación o incesto, así como el albergar un embrión cuyas malformaciones limitan o descartan su viabilidad. No hay en la indicación terapéutica concesión a un aborto procurado por libre elección, motivo por el cual casi ninguna legislación ha prohibido la interrupción de un embarazo por motivos médicos.
Ha de concederse que la indicación podría prestarse para una variedad de interpretaciones lo cual, para los opositores, abriría la puerta hacia el abuso. Para quienes lo apoyan, rechazar el aborto terapéutico sería una floja disculpa para negar lo legítimo so pretexto que no se puede normar por temor a los excesos. Recurriendo al socorrido argumento de la pendiente resbaladiza no se autoriza lo razonable por temor a los abusos. Si se legalizara la marihuana, para lo cual puede haber buenos y razonables motivos, se desencadenaría una progresiva permisión que remataría en un desborde sin freno ni control en el uso de drogas adictivas. Se prefiere sacrificar el argumento razonable inicial en vez de diseñar controles para evitar estos excesos.
En el caso del aborto terapéutico, el argumento de la prohibición hermética del aborto para evitar los abusos presenta dos falacias. Primero, que permitir el aborto terapéutico no significa aceptar una postura moral sino una necesidad médica, como el nombre lo indica. Segundo, que de llegar a liberalizarse las indicaciones de aborto no caeríamos en un terreno de inmoralidad reconocida, sino que en una práctica que para muchos ciudadanos corresponde al ejercicio legítimo de la autonomía en cuestiones personales, además de eliminar las complicaciones y los costos del aborto clandestino.
Miguel Kottow , es Médico de la U. de Chile, especializado en Oftalmología.
Doctor en Medicina Universidad de Bonn, Alemania; Médico Cirujano Estado de Illinois, USA; y Magíster en Sociología Universidad de Hagen, Alemania.
¿Por qué llega Novoa a...?
La Cátedra UNESCO Harald Edelstam sobre Educación y Derechos Humanos ha estimado necesario compartir una reflexión sobre la reciente elección de Jovino Novoa a la testera del Senado de nuestro país.
Cualquiera sea la lectura que se haga de esta elección lo cierto es que estamos más frente a un problema ético que frente a un problema sólo político. Por razones de fuerza militar tuvimos a Jovino durante los años de la Dictadura. Ahora, por razones de “consenso político” tenemos a Jovino en democracia. El Jovino de ayer en el corazón mismo de la represión; el Jovino de hoy, en la impunidad y blanqueado por las elecciones en las cuales ha participado y ganado. Y esto nos tensiona fuertemente en nuestras convicciones éticas y valóricas por cuanto estamos hablando de un suceso legitimado socialmente.
Hay acuerdo universal en que una de las características fundamentales de la democracia política es la responsabilidad pública de los gobernantes y de quienes ostentan funciones de autoridad pública. Dicho principio tiene que ver con una tradición que se remonta a la proverbial resistencia de los colectivos e individuos a los abusos de poder de los gobernantes. Dicha resistencia ha ido logrando el reconocimiento de la existencia de una responsabilidad moral por parte de aquellos que, en el ejercicio del poder que ejercen, sus acciones u omisiones afectan a individuos particulares o a la sociedad en su conjunto.
Una sociedad democrática y plural alcanza la madurez cuando su colectivo asume valores universales consensuados que tienen que ver con el perfeccionamiento de dicha democracia. La soberanía popular, el respeto de los Derechos Humanos, la alternancia en el poder, así como la responsabilidad política y moral de los gobernantes, son principios universales y consubstanciales a la democracia efectiva, más allá de las legítimas diferencias políticas e ideológicas que se expresan en dicha forma de gobierno. Lamentablemente en nuestro país, durante casi dos décadas (1973-1990), dichos principios fueron desconocidos y el gobierno de la época violó sistemáticamente la legalidad construida por la República a lo largo de su historia. La tarea estuvo a cargo de las autoridades de la época, personas de carne y hueso, con nombre y apellido, algunas de las cuales mantienen todavía protagonismo político. Dichos funcionarios no pueden alegar, por una parte, desconocimiento de las reglas morales básicas y compartidas que rigen una comunidad ni, por otra, desconocimiento de los principios que organizan las sociedades políticas modernas.
El país ha observado cómo una de estas personas alcanzó la presidencia del Senado de la República demostrándose, así, un déficit preocupante en la reflexión moral nacional. ¿Es éticamente válido que un colaborador importante del régimen dictatorial ocupe la testera del Senado de la República, tomando en cuenta que en el ejercicio del cargo avaló violaciones de principios básicos de convivencia y que ni ha sentido la obligación moral de explicar a la nación su responsabilidad en dichas violaciones? Los argumentos esgrimidos por los defensores de su postulación sólo expresan un clima moral enrarecido en sectores de la política nacional. La reflexión moral individual y colectiva es necesaria en cualquier sociedad que pretende el desarrollo colectivo y los dichos y acciones de quienes operan en el ámbito público expresan el nivel de desarrollo del juicio y la acción moral de esa comunidad. El silencio sobre la responsabilidad moral por parte de políticos que operaron en altas esferas de un régimen dictatorial, su falta de explicaciones públicas y, por tanto, de reflexión moral, así como el desconocimiento de la necesidad de manifestarse en este ámbito, revela la erosión de la dimensión moral de la política y de la convivencia.
Esta grave situación nos preocupa como educadores en derechos humanos y como ciudadanos comprometidos con la democracia ya que no es un hecho aislado. Por el contrario, da cuenta de un modo de hacer política en que pareciera que las autoridades -- no sólo aquellas que participaron de un gobierno que violó los derechos humanos, sino también de aquellas actuales que avalan con su conducta -- no necesitan dar cuenta de sus acciones. Conocemos situaciones que reflejan que la pregunta por la moralidad de los actos públicos no se responde. Explicaciones, o la falta de ellas, han permitido mantener en el silencio estas inconsistencias y faltas de coherencia ética y valórica. Hay una cantidad de grandes y pequeños hechos que revelan la existencia de una estrecha mirada sobre la moral pública. El actual Presidente del Senado no ha estado solo.
Por ello, llamamos a promover permanentemente una reflexión moral en la ciudadanía que permita exigirles a los actores de la vida política nacional coherencia con la cultura democrática fundada en los DDHH que nuestra sociedad con tanto esfuerzo está construyendo.
Cátedra UNESCO Harald Edelstam Educación y Derechos Humanos
lunes, 2 de febrero de 2009
Un paso para el fin
El aborto: abrirse a la posibilidad de dialogar
Con el transcurso de los años hemos visto la transición social en los chilenos. Antes hablar de divorcio era inimaginable, y se debía recurrir a la farsa de la “anulación”, para significar una relación que no funciona – como muchas otras – en algo que no existió. Algo muy parecido a negar la realidad, situación que contó con el apoyo férreo de un grupo de personas con poder (político, económico, comunicacional) para impedir que la opción del divorcio existiera y fuera una posibilidad de zanjar y resolver dificultades concretas. Anular el matrimonio, tampoco ayudaba mucho al proceso de la reparación y duelo personal: si esta unión no existió, entonces ¿Qué son los hijos, la casa, los muebles, los proyectos y los sueños que tuvimos en común?
Lo mismo sucede con el tema del aborto que sin duda es un tema controversial en el país, y que lo es porque las posibilidades del debate y la reflexión aún están limitadas, no sólo entre nuestros legisladores, sino en muchos espacios de convivencia social, donde habitan en el imaginario de las personas un sin número de mitos asociados al tema, y muchas veces actitudes de gran intolerancia.
Cuando hablamos del aborto, o el tema se pone en la mesa de discusión, observo que existen dos respuestas frecuentes: una negación absoluta a la posibilidad del aborto por personas vinculadas a un tipo de religión cristiana (más fundamentalistas), y otra opinión vaga más que nada por la desinformación existente. Ambos sólo flexibilizan sus posturas en el caso excepcional del aborto terapéutico – con un montón de condiciones de por medio. Pero de la decisión unilateral de la mujer por optar a No ser madre, provoca reacciones alérgicas graves.
Como sabemos, el aborto en Chile está prohibido en todas sus formas, pero por eso no necesariamente se dejan de realizar abortos, y en condiciones irregulares.
Muchos actores sociales además desconocen que existe una Fundamentación Jurídica Internacional con respecto a Los Derechos Sexuales y Reproductivos, los cuales son definidos “como derechos y libertades fundamentales que corresponden a todas las personas, sin discriminación, y que permiten adoptar libremente, sin ningún tipo de coacción o violencia, una amplia gama de decisiones sobre aspectos consustanciales a la vida humana como son la sexualidad y la reproducción. Estos derechos implican contar con información y acceso a los servicios y medios que se requieren para ejercer estas decisiones”. Aquí no hablamos de la posibilidad del “aborto terapéutico”, sino en la posibilidad de la mujer – sea cual sea su razón – a tener la posibilidad de interrumpir su embarazo.
En cuánto al aborto terapéutico, diversos eventos mundiales de organizaciones de médicos y de juristas han consensuado cinco condiciones para propiciarlo:
1. Que el feto sea inviable; por ejemplo, un feto anencefálico (sin cabeza).
2. Que haya riesgo cierto para la salud de la madre. Si se da la situación arriba mencionada y ésta, es casi obvio que hay que optar por la vida, en este caso la de la madre.
3. Que lo anterior sea certificado por tres especialistas. Dados los avances de la medicina, a los gineco-obstetras habría que agregarles un médico especializado en medicina fetal. Ello evitaría declarar inviable un feto cuyas malformaciones pueden ser corregidas por cirugía intrauterina.
4. Que exista consentimiento de la madre. Si se opone el padre, se aplica el principio de mayor derecho de la mujer.
5. Que nadie lucre por el procedimiento, ni el equipo médico ni el establecimiento donde se realiza. Ningún interés comercial puede contaminar la interrupción del embarazo con fines terapéuticos.
En nuestro país, sabemos, indiscriminadamente se ha establecido la prohibición de ambas, excluyendo a los ciudadanos la posibilidad de entablar un debate básico sobre legislar sobre ésta medida. Y eso es grave, y peligroso, porque entonces se entiende que son “otros” quienes deben decidir por nosotros; que son otros quienes “saben” lo que es bueno o malo para la mujer y el hombre, entonces entiendo que yo no soy capaz de reflexionar, dialogar y opinar, porque esa posibilidad me ha sido negada.
Ojo que no estoy planteando la liberación del aborto por que sí. Quiero ir más allá. Cualquiera que sea la opinión que tengamos sobre el tema, la idea es que mínimamente estemos informados a cabalidad de lo que se trata. Quedarnos con esta imagen de “asesinar a un hijo” que ciertas instituciones proyectan a diestra y siniestra por los medios de comunicación, me parece una lavado de cerebro barato. Entiendo cuando una mujer profundamente creyente se duele con la posibilidad de que la vida de un cigoto, embrión o feto sea interrumpida, porque cree firmemente en las palabras de su Dios, y porque cree que hay otras posibilidades de resolver la situación. Pero también entiendo a una mujer que quiere tomar la decisión del aborto, sin juzgar sus razones, porque ciertamente debiera ser un derecho el poder decidir sobre lo que pasa en nuestra vida y en nuestro cuerpo, como una decisión reflexionada e informada (y eso toca de refilón el tema de la eutanasia que aquí no abordaremos), y como dueños del libre albedrío que nos ha sido entregado
Decidir qué opción es válida o no, es una pregunta sin respuesta, porque ambas representan juicios de valores personales y profundos, y bien sabemos que estos son incuestionables. No hay criterios de homologación para esto, como podríamos hacerlo con una prueba de ciencia: esto es verdadero, o esto es falso. En este caso no funciona así. Por eso imponer unilateralmente la prohibición de la opción del aborto es un asunto delicado, porque entonces lo que se transmite es que los “valores” de otros están por encima de aquellos que piensan diferente.
Me gustaría apostar porque las puertas estuvieran abiertas a todas las posibilidades, previo proceso de información, acompañamiento, reflexión y regulación. Aquellos que están en contra, recurrirían a otras alternativas para enfrentar un embarazo no deseado (la adopción, la resignación, etc), y quienes estuvieran a favor podrían optar al aborto, y también está la posibilidad además de la adopción, o del cambio de parecer, por qué no. Transparentar los mecanismos es fundamental para terminar con desigualdades históricas entre mujeres que abortan y no (cuando quieren hacerlo) referido al tema económico. Terminar con el mercado negro del aborto no regulado, exponiendo a mujeres a enfermedades y muertes y al lucro indiscriminado. No seguir exponiendo a niños y niñas no “deseados” a experiencias de maltrato históricas, que corren el riesgo casi seguro de replicar su abandono y desamor.
El tema no está cerrado. Son muchos los caminos y alternativas de lo posible. La invitación es reflexionar y dialogar. Pero por sobre todo, a no hacer juicios de valor sobre la opinión del otro en un tema que nos interpela fundamentalmente a la comprensión.