sábado, 22 de noviembre de 2008

Desinformación Coordinada

Por Álvaro Ramis, Presidente de la Asociación Chilena de ONGs ACCIÓN

Sabemos que el duopolio periodístico COPESA El Mercurio compite por lectores y por avisaje publicitario. Pero si analizamos sus contenidos, es sorprendente la coordinación temática que llegan a alcanzar. Un ejemplo ilustrativo aconteció el martes 12 de noviembre pasado. El Mercurio editorializó bajo el título "Recursos públicos y ONG" y por su parte La Tercera presentó ese mismo día una columna de Tomás Duval, investigador del Instituto Libertad, sobre el financiamiento estatal a las ONG. ¿Coincidencia?

Esta sugerente sincronía no se debe a efectos telepáticos ni a espionajes secretos. Simplemente es el efecto de la influencia directa de ciertos think tank sobre los consejos editoriales y comités de redacción de estos periódicos. En este caso, la preocupación de Instituto Libertad recae en la tramitación de la Ley de participación ciudadana, que contempla la institucionalización del Fondo de fortalecimiento de la sociedad civil. Se trata de una iniciativa largamente demandada por las organizaciones sociales del país y que constituye casi la única fuente de recursos públicos que permite financiar actividades de juntas de vecinos, asociaciones y grupos de interés de la sociedad. Dineros, en todo caso, limitadísimos y sometidos a enormes controles de parte del Estado.

Ante la posibilidad de que esta nueva institución entre a funcionar de modo pleno, el Instituto Libertad desempolvó un estudio de Tomás Duval (Las ONG en Chile, 2007) que trata de hace ver que las transferencias del Estado hacia la sociedad civil "tienen una magnitud y diversidad considerables con respecto al contexto latinoamericano". Duval llega a afirmar que el Estado chileno financiaría el 46% del presupuesto de las ONG que trabajan en educación, desarrollo comunitario, política y servicios sociales, "lo que sitúa a las organizaciones sin fines de lucro en un dilema entre aparecer como meros agentes del Estado o bien actuar bajo su mandato original". Este análisis es el que utilizó tanto El Mercurio en su editorial como el mismo Duval en su artículo de La Tercera.
Junto con estas "alarmantes" cifras el Instituto Libertad siembra la hiedra de la sospecha sobre las transferencias de recursos, afirmado que muchos de esos fondos son entregados por vías demasiado blandas, sin rendiciones de cuentas acabadas. Exige convenios de desempeño y una fiscalización rigurosa.

¿Es tan cierto lo que afirma el duopolio, vocero oficioso del Instituto Libertad? La verdad es que el estudio de Duval confunde deliberadamente las ONG con todo el "sector sin fines de lucro" del país. Por este motivo se deducen las enormes cifras de recursos públicos a las que accederían las ONG. Se contabiliza en un solo bloque a todas las instituciones que se declaran "sin fines de lucro" como los colegios y las escuelas subvencionadas, los clubes profesionales de fútbol y las universidades privadas, por sólo mencionar algunos casos. Por ese motivo el estudio llega a conclusiones absurdas, tales como asegurar que las ONG constituyen un sector con elevadas cifras de empleo y con un destacado porcentaje del PIB.

Gonzalo de la Maza, presidente del Consejo Nacional del Fondo para el Fortalecimiento de la Sociedad Civil, comentó acertadamente la columna de La Tercera de la siguiente forma: "La principal entidad "no lucrativa" en el país son los colegios y escuelas subvencionadas pertenecientes a congregaciones religiosas u otras entidades. Efectivamente el Estado les transfiere grandes cantidades de recursos sin contratos de desempeño ni evaluación de su labor. En todo caso esa transferencia es sólo 1/3 de lo transferido a privados para educación básica y media. Los otros 2/3 son entidades lucrativas que actúan en el campo educativo, según los datos del estudio dirigido por Ignacio Irarrázaval. Las Fundaciones y Corporaciones registradas en el Ministerio de Justicia son menos de mil y las organizaciones sociales que son varias decenas de miles, son muy mayoritariamente voluntarias, de tal manera que las organizaciones civiles no son grandes generadoras de empleo, aunque sí demandan del trabajo generoso de muchos chilenos y chilenas. Por ello las conclusiones del columnista no se refieren a las ONG y son manifiestamente absurdas, pues una cosa es que el Estado haya privatizado gran parte de la ejecución de sus recursos ?y no sólo a entidades sin fines de lucro- y otra muy distinta, es decir que "las ONG han capturado al Estado", sin aportar evidencia alguna al respecto".

Los montos de recursos que destina el Estado para actividades de ONG, juntas vecinales, y asociaciones ciudadanas en general, no sólo no han aumentado sino que han disminuido. Al inicio del gobierno de la presidenta Bachelet el Fondo de la sociedad civil contaba con 875 millones de pesos, los que se incrementaron a $ 1.250 millones en 2007.
En 2008 el ejecutivo disminuyó el volumen de recursos del Fondo a $ 1.162. El proyecto de ley de presupuesto de 2009 no se contempla aumento de este ítem, a pesar del compromiso presidencial adoptado en octubre de 2006 en orden a duplicar el Fondo para el Fortalecimiento de la Sociedad Civil.

Cualquier organización que haya postulado a los recursos del Fondo de la sociedad civil se habrá dado cuenta que es un proceso riguroso, que contempla la evaluación externa de los proyectos y que opera a través de un Consejo Nacional y 15 Consejos Regionales con representación ampliamente mayoritaria de las organizaciones de la sociedad civil.
Desde 2006 a la fecha el Fondo ha beneficiado a 899 organizaciones. Obviamente, se trata de una institucionalidad perfectible, y por ello la Asociación Chilena de ONG ACCIÓN, junto a la coalición de Organizaciones por la Participación Ciudadana, ha hecho múltiples observaciones críticas al proyecto de ley y ha propuesto cambios importantes, que en general coinciden con las sugerencias propuestas por los miembros del Consejo del Fondo, entre los cuales está José Miguel Izquierdo, quien
también como Tomás Duval forma parte del Instituto Libertad.

Por este motivo llama la atención el afán premeditado de enrarecer el debate sobre el financiamiento público a la sociedad civil. Estas
organizaciones sociales, no gubernamentales y de voluntariado, expresan en su diversidad una forma de ejercer la ciudadanía, que contribuye a mejorar el sistema democrático, volcando sus energías hacia las necesidades de la vida cotidiana de la comunidad, como el trabajo, la educación, las temáticas de género, infancia, discapacidad, pueblos indígenas, superación de la pobreza y la discriminación y muchas otras donde no llega o no es eficiente la acción o la mirada del Estado. Se trata de ciudadanía organizada que estudia, se capacita y difunde una amplia gama de derechos ciudadanos, que protege el medio ambiente y vela
por el interés colectivo.

La riqueza de estas experiencias requiere que nuestro país implemente mecanismos públicos de financiamiento que garanticen su independencia, sustentabilidad y permitan su desarrollo organizacional. Para ello es vital trascender las precarias lógicas actuales, ligadas a la postulación a fondos concursables para proyectos de corto plazo, ámbito en el que muchas organizaciones ciudadanas han debido desenvolverse desde hace varias décadas.
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miércoles, 20 de febrero de 2008

El físico Antonino Zichichi comenta la fallida visita del Papa a «La Sapienza»

Presidente de la Federación Mundial de Científicos para la alianza entre fe y ciencia
ROMA, jueves, 31 enero 2008 (ZENIT.org).- El profesor Antonino Zichichi, presidente de la «World Federation of Scientists» (Federación Mundial de Científicos), sostiene que es posible una alianza entre fe y ciencia.
En una entrevista concedida a Zenit, el conocido científico italiano afirma que la oposición a la visita de Benedicto XVI a la Universidad «La Sapienza» de Roma ha sido la manifestación de una cultura «prearistotélica».
Zichichi trabajó en el campo de la física subnuclear (física de partículas) en los laboratorios Fermilab de Chicago, Estados Unidos, y en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) de Ginebra, Suiza.
Entre sus numerosos descubrimientos destaca la antimateria nuclear.
En 1962, fundó en Erice, en su Sicilia natal, el Centro «Ettore Majorana» de cultura científica.
Ha sido presidente de la Sociedad Europea de Física, del Instituto Italiano de Física Nuclear, presidente del Comité de la OTAN para las tecnologías de desarme (nuclear, químico, bacteriológico y convencional).
Actualmente es profesor emérito de Física Superior en la Universidad de Bolonia.
Hablando de la relación entre razón y fe, tema afrontado por Benedicto XVI en su intervención en la Audiencia General de este miércoles, el profesor Zichichi recuerda que los resultados logrados por la ciencia actual serían impensables sin «ese acto de fe y de humildad intelectual, madurado dentro de la cultura católica con Galileo Galilei».
--¿Qué es para usted la razón?
--Zichichi: Nosotros somos la única forma de materia viviente a la que le ha sido dado el privilegio de la razón; y gracias a la razón la forma de materia viviente a la que pertenecemos ha podido descubrir el lenguaje, la lógica y la ciencia.
Existen centenares de miles de formas de materia viva, vegetal y animal, pero ninguna de ellas supo descubrir la memoria colectiva permanente --mejor conocida como lenguaje escrito-- ni las formas de lógica rigurosa como la matemática o la ciencia que, entre todas las lógicas posibles, es la que eligió el Creador para hacer el Universo, tal como podemos verlo y estudiarlo, y a nosotros mismos.
Una lógica que nos ha permitido estudiar y comprender pero que nadie será nunca capaz de alterar. Sin la razón, no habríamos podido descubrir la ciencia, esta extraordinaria aventura intelectual, iniciada hace sólo 400 años con Galileo Galilei y las primeras Leyes fundamentales de la naturaleza descubiertas por él.
Galileo las llamaba «huellas del Creador», huellas que podían incluso no existir. En cambio, él estaba convencido de que existían y de que estaban presentes tanto en las estrellas como en la materia «vulgar», como las piedras, en las que en aquel tiempo todos estaban convencidos de que no era posible encontrar verdades fundamentales. Precisamente estudiando las piedras Galileo empezó a buscar aquellas huellas, por un acto de fe en el Creador.
Un acto de fe y de humildad que nos ha permitido llegar hoy, en sólo cuatro siglos, a concebir la existencia del «supermundo»: la más alta cima de los conocimientos científicos galileanos, por tanto del saber riguroso, respecto a lo inmanente. Las fronteras mismas del supermundo confirman lo que decía antes, es decir que somos la única forma de materia viviente dotada de razón.
--Se han atribuido al Papa falsas declaraciones de condena respecto a Galileo Galilei, luego desmentidas. ¿Cuál cree que es el pensamiento de Benedicto XVI sobre Galileo?
--Zichichi: Para Benedicto XVI, la razón está en el centro de la cultura de nuestro tiempo. Su pensamiento sobre Galileo ha sido alterado, extrapolando una cita de Feyerabend (que declaraba justa la condena de Galilei), perteneciente a un discurso que en realidad tenía como objetivo mantener la tesis opuesta. Y justo en Galileo el Papa ve una unión entre ciencia y fe.
El 6 de abril de 2006, a la pregunta de un joven que participaba en la Plaza de San Pedro en un encuentro de preparación a la Jornada Mundial de la Juventud, Benedicto XVI respondió que «el gran Galileo» consideraba que la Naturaleza y la Biblia eran dos libros escritos por el mismo Autor. El libro de la Naturaleza, escrito en lengua matemática, porque para construir el Universo es necesario el rigor de la matemática; la Biblia, siendo palabra de Dios, tenía que ser escrita en cambio en un lenguaje sencillo y accesible a todos, como deben ser los valores de nuestra existencia, que es una simbiosis de la esfera inmanente y de la esfera trascendental.
--¿Qué es la ciencia?
--Zichichi: La ciencia, nos recuerda Benedicto XVI nace del acto galileano de humildad intelectual: Aquél que ha hecho el mundo es más inteligente que todos nosotros, científicos, filósofos, artistas, matemáticos, sin excluir a nadie. Para conocer la lógica que eligió el Creador para crear el mundo y a nosotros mismos, sólo hay una posibilidad: hacerle preguntas de modo riguroso. Este es el significado de «experimento de cuño galileano» y de aquí nace la ciencia galileana, que exige rigor y reproducibilidad.
Si yo en 1965 hubiera podido demostrar la existencia de la antimateria nuclear sólo con papel y pluma y usando el rigor de la matemática, no habría necesitado hacer un experimento sumamente difícil, para el que fue necesario inventar un circuito electrónico especial que midiera el tiempo de vuelo de las partículas subnuclares, con una precisión hasta entonces nunca obtenida: fracciones de nanosegundos (una mil millonésima parte de un segundo).
Para hacer un descubrimiento científico es por tanto necesario rendirse a la superioridad intelectual del Creador de todas las cosas visibles e invisibles, y realizar un experimento. Es lo que sucedió con la antimateria nuclear y con muchos otros descubrimientos.
Cada descubrimiento fue obtenido siempre tras un experimento que exigió al menos una invención tecnológica, como por ejemplo el más potente detector de neutrones, que ha permitido descubrir una formidable propiedad del universo subnuclear. No es una propiedad banal de las estructuras subnucleares, sino el resultado de las leyes que gobiernan el universo cuya regularidad y cuyas leyes ningún filósofo, lógico matemático, pensador, nadie, supo prever.
Si fuera suficiente el rigor de la lógica matemática para comprender cómo está estructurado el universo subnuclear, no necesitaríamos construir estructuras complejas y gigantescas como la nueva máquina que entrará en funcionamiento a finales de este año en el CERN de Ginebra: una pista magnética de 27 kilómetros, con una cantidad enorme de detectores, algo hasta ahora nunca realizado, para encontrar respuesta a la pregunta: «¿Cómo era el universo un décimo de nanosegundo después del Big Bang»?
--Usted habla a menudo de la necesidad de humildad intelectual en la investigación científica...
--Zichichi: Si no hubiera sido por el acto de humildad intelectual del padre de la ciencia moderna, Galileo, habríamos permanecido detenidos, quién sabe por cuantos siglos todavía, en lo que pensaban nuestros antepasados: basta ser inteligentes para comprender cómo está hecho el mundo.
Durante diez mil años, desde el alba de la civilización hasta el siglo XVI, todas las culturas creyeron ilusoriamente saber descifrar el Libro de la naturaleza sin hacer nunca una sola pregunta a su Autor. He aquí por qué a ninguna cultura le tocó el privilegio de descubrir ninguna ley fundamental de la naturaleza.
Hoy, la ciencia ha llegado al umbral del supermundo por aquel acto de fe y de humildad intelectual, madurado en el corazón de la cultura católica con Galileo, que Juan Pablo II, el 30 de marzo de 1979, en el Vaticano, estando presentes representantes de los físicos de toda Europa, definió hijo legítimo y predilecto de la Iglesia católica.
Con su coraje intelectual y espiritual, Juan Pablo II trajo de nuevo a casa por fin los tesoros de la ciencia galileana, que son auténticas conquistas de la cultura católica. Y Benedicto XVI es hoy el máximo custodio de estos tesoros en la continuidad cultural de su apostolado con el de Juan Pablo II.
--¿Esto se conecta con la alianza entre ciencia y fe que usted ha mantenido siempre?
--Zichichi: El papa Juan Pablo II, abriendo las puertas de la Iglesia católica a la ciencia galileana, dio vida a esta gran alianza entre fe y ciencia. Una alianza de la que es prueba la frase «ciencia y fe son ambas dones de Dios», grabada sobre hierro y expuesta a los científicos de todo el mundo en el Centro de cultura científica «Ettore Majorana», en Erice.
La cultura de nuestro tiempo se dice moderna pero de hecho es prearistotélica, como lo prueba esa carta que firmaron 67 personas que hoy se han convertido --según me han dicho-- en muchos miles.
Sin embargo, Enrico Fermi enseña que la ciencia está fundada en la meritocracia y no en el número de quienes firman una presunta verdad. No se pueden someter a votación las «Fuerzas de Fermi» o la ecuación de Dirac. Ni las leyes que seguimos descubriendo en el universo subnuclear. La democracia está bien para la política, no para las verdades científicas. Si viviéramos --como pretende la cultura dominante atea-- en la era de la ciencia, esa carta no hubiera tenido una sola firma: nunca habría sido escrita. Las raíces de esa carta están en la cultura de nuestro tiempo que --como decía antes-- se dice moderna, mientras que de hecho es prearistotélica. En efecto, ni la lógica rigurosa ni la ciencia han entrado todavía en el corazón de esta cultura que --como ha escrito el papa Benedicto XVI en el discurso preparado para la visita a «La Sapienza»-- «obliga a la razón a permanecer sorda al gran mensaje que viene de la fe cristiana y de su sabiduría. Comportándose así, esta cultura no permite que las raíces de la razón penetren hasta los manantiales que alimentaban su savia vital».
La síntesis más hermosa del pensamiento del papa Benedicto XVI está grabada en la cúpula de la basílica de Santa María de los Ángeles y de los Mártires en Roma, en la que hay otra famosa frase de Juan Pablo II: «La ciencia tiene raíces en lo inmanente pero lleva al hombre hacia lo trascendente». Negar a Benedicto XVI el derecho de llevar a los jóvenes el mensaje de la gran alianza entre fe y ciencia ha sido un acto de obscurantismo, no de laicidad.
Por Paolo Centofanti, traducido del italiano por Nieves San Martín

Eppur si muove

Se sabe que los ancianos tienen regresiones mentales que los llevan de vuelta a los espacios más felices, plenos o intensos de sus vidas. Algo así le está sucediendo a Ratzinger cuando afirma que en la época de Galileo la iglesia fue más fiel a la razón que el mismo Galileo. Mas eppur si muove. Tal vez retorna a los felices años de inquisidor, durante los que se ensañó, por ejemplo, con los defensores de la Teología de la Liberación, aquel puro ejercicio de razón que aconsejaba colocarse junto a los pobres, so riesgo de perder la clientela en los países misérrimos del tercer mundo, o peor aún, es posible que sus regresiones lo conduzcan a los felices días pardos en la Juventud Hitleriana, cuando la razón del catolicismo aceptaba y daba por buena la patraña fundadora del nacionalsocialismo: “de dios al rey, del rey al volk (pueblo), y del pueblo al Führer”.
La Universidad de Roma, en una impecable demostración de la fuerza que puede y debe tener la sociedad civil y laica, obligó al Vaticano a suspender una visita papal inexplicable, pues si existe un lugar en el mundo que debe permanecer libre de paparruchadas, dogmas y supercherías, es precisamente la Universidad.
En Roma, académicos y estudiantes, investigadores y científicos, han puesto en su justo valor a La Razón, ese formidable invento europeo llamado a regir la convivencia de sociedades y naciones para que el oscurantismo de los “teocon” no vuelva a proponer modelos nacional-católicos de tan triste recuerdo como única forma de gobierno o de Estado.
Y el ejemplo de lo ocurrido en Roma debería desencadenar una serie de respuestas a esas preguntas que están en el aire, pero que, o por cálculos electorales o por sumisión políticamente correcta no se pronuncian en voz alta: ¿Hasta cuándo vamos a permitir que hordas de supersticiosos ofendan la dignidad de la mujer atacando a las clínicas que realizan abortos, y que cumplen con escrupulosidad legal el ejercicio de un derecho? ¿Hasta cuándo vamos a tolerar que un miserable con sotana compare la homosexualidad con la pederastia, y se atreva a decir que hay menores que provocan sexualmente? ¿Hasta cuándo tenemos que soportar al clero autodesignándose paladines de los Derechos Humanos, y declarando urbi et orbe que el laicismo, esencia de la democracia, los vulnera?
Solemos aceptar al patán que presume de doctor, pero no dejamos al gato cuidando la carne que tiraremos a la barbacoa. De la misma manera no podemos conceder autoridad ni tribuna para hablar de sexo, a sujetos que renunciaron a él, y que lo ven como una mera y miserable función reproductora. No podemos permitir que los Derechos Humanos sean invocados por aquellos que no solamente cerraron los ojos cuando estos eran violados, sino que los abrieron muy bien para ver el mal que hacían los criminales y obtener de ellos un botín a cambio del silencio. Eso hizo la iglesia católica en la España de Franco, eso hizo Pío XII durante el auge del nazismo, así actuó la iglesia católica estadounidense bendiciendo el bombardeo con napalm en Vietnam, ese fue el comportamiento de la iglesia católica argentina que absolvía a los torturadores antes y durante la “misión purificadora” en las cárceles secretas.
Con su ejemplo, la Universidad de Roma, nos dice que la defensa del Estado aconfesional y laico vuelve a ser una vez más, una tarea urgente, porque el laicismo es lo último que nos queda para preservar esa serie de conquistas que se llaman Derechos Humanos, que se llaman Libertad.
El constante debilitamiento del Estado como institución, que por la mundialización y consiguiente politización de la economía, va cediendo funciones –por eso se hacen las privatizaciones- a empresas multinacionales que no pueden tener ni moral ni ética pues su objetivo único es el lucro, deja a la sociedad indefensa y en manos de la superchería.
No es casual el desvarío de Ratzinger al menospreciar la razón de Galileo. Tampoco lo fue su participación vía videoconferencia en el primer acto de campaña electoral de la derecha española organizado por los obispos. Nada de lo que hace la iglesia católica, esa poderosa multinacional con sede en el Vaticano, bancos incluidos, conexiones mafiosas incluidas, es casual ni obedece a súbitas inspiraciones divinas. El clero sabe que una profundización de las libertades ciudadanas, de los derechos civiles, de la educación cimentada en valores y no en tradiciones folclóricas, da como fruto sociedades inteligentes, curiosas, capaces de aceptar el futuro como un reto colectivo y no como una fatalidad.
Ratzinger y el vaticano podrán condenar a los jóvenes de la Universidad de Roma -ya lo hizo a su manera el pusilánime Prodi- a las mujeres que ejerciendo de derecho a ser dueñas de su cuerpo abortan, a los chicos que estudian educación para la ciudadanía, a los jueces que casen a personas del mismo sexo, a los científicos que investiguen con células madre, pero, es evidente que, eppur si muove, tal como dijo Galileo: y sin embargo se mueve.

Luis Sepúlveda Gijón, 16 de enero de 2008
Amordazar al Papa [2008-01-27]Choque cultural y laicismo empobrecedor
Una musulmana sale defensa del Papa ante la intolerancia [2008-01-18]Tras el veto a Benedicto XVI en la Universidad
El rector de «La Sapienza» invitará de nuevo al Papa [2008-01-17]Lectura del discurso en la inauguración del año académico

El Hueso Blanco


Si los elefantes pudieran contar una historia, la que contarían, sin dudas, sería la historia de Mud. Mud es una joven elefanta, huérfana de nacimiento y dotada de poderes visionarios. Durante años, ella y su familia adoptiva han recorrido los altos pastizales, los pantanos y los desiertos de Africa. Ahora la tierra está abrasada por la sequía, y los cuerpos mutilados de familiares y amigos, asesinados por cazadores ávidos de marfil, yacen aquí y allá. Nada -ni el terreno otrora familiar, ni los antiguos ritmos de la vida, ni siquiera la memoria misma- parece ya confiable. Sin embargo, una débil profecía esperanzadora pasa de abrevadero en abrevadero: el legendario hueso blanco sagrado les señalará a los elefantes la ubicación del Lugar Seguro. Y así comienza una búsqueda por las vastas y peligrosas llanuras africanas, hasta que por fin los sobrevivientes enfrentan su más decisiva prueba de lealtad y de coraje. En El hueso blanco, la escritora canadiense Barbara Gowdy realiza una hazaña de imaginación sin precedentes en la ficción moderna. Sumergidos en un paisaje extraño, los lectores se orientan en tiempo de elefantes, espacio de elefantes, conciencia de elefantes y comienzan a sentir, en palabras de Gowdy, cómo sería ser así de voluminoso y apacible, vivir en tan grave peligro y tener esa memoria prodigiosa.


El Hueso Blanco - Barbara Gowdy

martes, 5 de febrero de 2008

Derecho a no ser madre:maternidad voluntaria


Los derechos humanos son indivisibles e interdependientes, en la medida
en que no es posible establecer una jerarquía que sitúe a un grupo de
derechos por encima de otros. Por lo tanto, los derechos sexuales y reproductivos
tienen la misma fuerza que cualquier otro derecho en sus múltiples dimensiones.


Anónimo


El Aborto en Chile está prohibido en todas sus formas, situación que obliga a miles de mujeres cada año a buscar en la clandestinidad la forma de interrumpir embarazos no deseados. Esta práctica pone en riesgo la vida de las mujeres y vulnera un derecho fundamental como es el decidir por su propia vida y en su propio cuerpo.
El Estado chileno ha suscrito Convenios y acuerdos internacionales que velan por la promoción de los derechos sexuales y reproductivos e incluyen la necesidad de otorgar los cuidados y atenciones a mujeres que presentan complicaciones producto de abortos mal hechos, cuestión que en nuestro país no se cumple.
Las mujeres son personas autónomas y libres de tomar las decisiones que estimen convenientes para llevar la vida que desean llevar. Existe el derecho a ser madre y el derecho a no serlo. Sin embargo en Chile, el Gobierno -a través del Sernam- no ha incluido en su Plan de igualdad de oportunidades 2000-2010 esta histórica demanda de las mujeres, conformándose una situación de vulneración de derechos y de violencia hacia las mujeres, que impide una óptima salud o bienestar de la mitad de la población.

PALABRAS CLAVES: aborto, derechos, salud sexual y reproductiva, salud, ciudadanía, mujeres.


Zicri Orellana Rojas
Psicóloga, ©Magíster en Psicología Comunitaria
Universidad de Chile

(El texto completo en www.comunitaria.cl)

martes, 8 de enero de 2008

Nuestro Pecado capital: la soberbia profesional.


Hace mucho tiempo me viene rondando una idea, y es en lo “chica” que me queda la profesión en la medida que voy incorporándome a trabajos que implican situaciones de mayor complejidad. Luego pensaba, si acaso tendría que pasarme la vida iniciando estudios de pregrado en nuevas disciplinas, para poder encontrar respuestas adecuadas y mejorar las intervenciones sociales.
Mientras le daba vueltas a estos “ser o no ser”, se me dio la posibilidad de participar justamente en una capacitación que abordaba desde lo teórico – práctico algunos elementos para mejorar la calidad de las intervenciones en lo social. Lo que más valoré, fue la posibilidad de acceder a un espacio que es escaso en este tipo de áreas - a menos que te pagues un diplomado y un magíster - y la satisfacción de ver que se estaban instalando temáticas que hace mucho tiempo vienen haciendo ruidos en los diversos equipos de trabajo de quienes nos enfrentamos diariamente a la cuestión de cómo “hacer” mejor las cosas, en ese interés genuino por construir un mejor país.
Y ahí estaba yo, pensando que por fin todo los colegas que batallamos en ésta cancha, estaríamos expectantes y sedientos de aprender, reflexionar, cuestionar y proponer. De actualizar conocimientos, intercambiar opiniones, levantar modelos de intervención que funcionen y no seguir repitiendo modelos que lo único que aportan son frustraciones, y una sobreintervención que las personas no se merecen.
Pero no. De repente, me sentí asistiendo a una reunión de la vieja escuela de docentes que aún se resisten y discuten el tema de la evaluación, solo faltándome escuchar de que los niños tienen la culpa, y de que estamos sobrecargados de pega.
Es cierto. Nuestro contexto no es fácil. Desde lo laboral no hay seguridad social, valoración profesional, mejores sueldos, facilidades y/o subvenciones para capacitarnos. Pero a pesar de eso, hay una responsabilidad a la que debemos saber cómo responder, nos guste o no. Si eso implica estudiar, habrá que buscar la forma, y aprovechar los espacios en que eso se facilite.
Los comentarios que de refilón escuché fue: “yo de esto, no tengo expectativas”, “son desorganizados”, “¿qué hora es?”, “¿y cuando vamos a hablar de lo que tenemos que hacer?”... entonces, sinceramente, sentí ganas de llorar.
Resulta que ahora todos tienen modelos de intervención infalibles, son expertos en un programa que ha empezado hace apenas cuatro meses, y no necesitan más capacitaciones “obligatorias”. Entonces pensaba, “vaya, las estadísticas deben estar mal, y con este nivel de experticia, eficiencia y sabiduría, nuestros niños y niñas prontamente debieran dejar el lado oscuro de la pobreza, los jóvenes dejar la droga, y desaparecer todo tipo de vulneración de derecho”. Otros un poquito más concientes, le echaban la culpa al sistema, y el conformismo se acomodaba en sus caras. A hacer lo que se puede hacer.
Cuando las familias, los niños, los jóvenes se acercan a nosotros, cuando nos confían sus vidas, no lo hacen pensando en lo poco que podemos hacer, o si el sistema es lo que es. El que las cosas se mantengan, tienen mucha relación en la efectividad de nuestras intervenciones, y cuán preparados estamos o no lo estamos para apoyar un proceso largo, desgastante y complejo. Y si no somos capaces de evaluarnos, reconocer nuestras debilidades, difícilmente podremos ser un mejor aporte.
El otro día revisaba el informe de un niño de 6 años con cuatro intervenciones psicosociales en el cuerpo. Me sentí directamente interpelada. ¿Qué pasó con él todo este tiempo?, ¿ que se hizo o se dejó de hacer que aún su situación psicosocial es grave?...

Hoy día, al oir a mis colegas, me acordé de ese niño.


Carla Valdés S. Asistente Social. Diplomado Políticas Sociales: Desarrollo y Pobreza.

lunes, 7 de enero de 2008

Crecimiento económico, sus factores, IDH e Ingreso Per cápita

El crecimiento económico hoy, es una de las metas de todos los países, y en este marco implica un incremento de los ingresos, y en teoría, de la forma de vida de los individuos de una sociedad. Este crecimiento económico se traduciría en el aumento de la cantidad de bienes, la renta o el valor de bienes y servicios producidos por una economía, el cual se mide a través de porcentaje de aumento del Producto Interno Bruto (PIB)
Este crecimiento de tipo económico se ha considerado deseable, en el entendido que habría una relación entre la cantidad de bienes materiales disponibles y la mejora del nivel vida de las personas. Dado que también se mide el aumento en los bienes que produce una economía, esto se relaciona con lo que se gasta, y la causa no necesariamente así conducida es deseable, porque no todo lo que se gasta es renovable, como lo son en el ámbito de materias primas o reservas geológicas.
En cuanto a los factores o causas que explican el crecimiento económico, el modelo de Solow (neoclásico) predecía la convergencia hacia un estado continuo, en el cual todo crecimiento per cápita surgiría del progreso tecnológico. Señala que partiendo de igual factor en relación a instituciones (gobiernos y banco central), funciones producción añadidas y medidas de ahorro, todos los países tenderían a converger hacia el mismo estado continuo. Tomando en cuenta que no todos los países tienen similares características, estos no necesariamente tenderán a converger.
En este modelo, el crecimiento sería exógeno, relacionado con la Productividad global, por tanto decreciente de factores de producción individuales, a diferencia de la teoría del crecimiento endógeno que trata de interiorizar sus causas como aumento del capital humano (educación) o del cambio tecnológico.
A partir de los 80, Romer, seguido por aportes de Lucas, cuestionaron la explicación neoclásica, ante el fracaso de la hipótesis de convergencia, y ante el desempeño eficiente de los países asiáticos, que no solo crecían a tasas sostenidas, sino que sustentaban su crecimiento en sustantivas ganancias en su productividad. Por otra parte, estaba la paradoja de una fuerte intervención del gobierno.
Los nuevos modelos de crecimiento enfatizan como factores importantes aspectos como el capital humano, apertura al comercio internacional, la ausencia de distorsiones, la estabilidad política y social, investigación y desarrollo en tecnologías, patentes, eficiencia de de la inversión, mayor información y transparencia, menor poder de los grupos de presión, mayor aprovechamiento de los recursos naturales y mayor felixibilidad laboral. El mejoramiento de los indiciadores, a la luz de estos factores, debiera llevar – en términos teóricos – a un alza en los estándares de vida de la población, a través del aumento del ingreso per cápita, pero seguir pensando que ésta relación es directamente correlativa, es obviar en el caso chileno, el complejo problema de la distribución.
Cabe considerar que el intento de promover el crecimiento económico por encima de cualquier otra consideración es un síntoma de lo que se conoce como productivismo, y no necesariamente habla de un desarrollo como bienestar integral. El Índice de Desarrollo Humano (IDH) complementa la mirada, basándose en un indicador social estadístico compuesto por tres parámetros, influidos ciertamente por el per cápita, pero de relación imperfecta:

· Esperanza de vida al nacer

· Educación (medida por la tasa de alfabetización de adultas y la tasa bruta combinada de matrícula en educación primaria, secuandaria y terciaria.

· Nivel de vida digno (medido por el PIB per cápita en USD)

El IDH busca medir dichas variables a través de un índice compuesto, por medio de indicadores que se relacionan en los tres aspectos mencionados en forma sinóptica, generando un ranking de países. De ello es posible desprender diferencias positivas, es decir, en que muestra países que han hecho un buen trabajo en términos de Desarrollo humano, relativos a su posición en el ranking de PIB. Por otra parte, las diferencias negativas, en el cual el país lo ha hecho peor en desarrollo humano relativo a su posición en el ranking del PIB.
Los resultados del IDH, ponen en jaque los esfuerzos de los gobiernos por elevar los niveles de vida de sus ciudadanos, y obligan a mirar su propio desempeño en términos de políticas públicas en los social y económico, a pesar que en términos numéricos netos, el per cápita pareciera optimista.
Es posible concluir en base a lo recientemente expuesto que los modelos economicos muchas veces no se complementan con factores humanos que no son precisamente cuantificables bajo los mismo parametros. Existen muchas variables que juegan en la carrera del desarrollo o subdesarrollo de variables.
Por esta misma razón es necesario conjugar los modelos y lograr así información más fidedigna y real de las situaciones de los paises del mundo, que interactuan en la economia globalizada.
El IDH es un ejemplo de condiciones no economicas que deben analizarse al momento de evaluar el nivel de vida de pais, y valorar la efectividad de las políticas orientadas al desarrollo económico. Está demostrado que el pib o indice percapita no grafican realmente la situacion del pais.
Las economias actuales estan orientadas a lograr un equilibrio en terminos de calidad de vida y equidad, enfatizando el desarrollo sustentable como un pilar fundamental del bienestar integral (social, económico y ambiental)

Carla Valdé S; Asistente Social.

domingo, 6 de enero de 2008

Trabajar la Pobreza con calidad

No sería raro que usted haya escuchado eso de que los pobres, ya que nada tienen, cualquier cosa les sirve de ayuda.
De hecho, superar la pobreza ha sido una meta no sólo de muchos gobiernos, sino de la sociedad en su conjunto. Sin lugar a dudas, en los últimos 20 años esa tarea ha sido parcialmente exitosa si pensamos que la pobreza en Chile se ha reducido de 45 a 18,8%.
También es verdad que, es muy probable que el equipo de Mideplan consiga para noviembre una mejor forma de medirla, poniendo al día una deuda pendiente importante, ya que muchas familias, sobre todo urbanas superan con facilidad los 480 puntos de la CAS, no significando por ello que han “están por encima de los niveles de pobreza”. Lo anterior es clave, ya que la ficha CAS, se usa como puerta de entrada de casi todos los beneficios sociales de las políticas públicas.
A esta medición problemática se agrega uno de los mayores desafíos de este tiempo: bajar la pobreza dura, esa cifra persistente que se resiste al descenso desde hace décadas.
Que una familia de La Pintana, de San Gregorio, de Coihueco, de la Araucanía, de Caleta Tumbes, consiga traspasar en forma permanente su precaria situación es una muy difícil y compleja tarea. Para qué decir de la posibilidad que un barrio entero como La Legua, o el Volcán consiga mejores niveles de desarrollo social.
Si a eso se le agrega que allí difícilmente hay expertos, ya que esas comunidades tienen municipios con escasos recursos, organizaciones sociales que funcionan con mucho esfuerzo voluntario pero sin mayor planificación, es como tener pacientes en la UTI y no componer la red de salud para hacer de ese espacio un lugar privilegiado de apoyo.
Por si eso fuese poco, las políticas al ser focalizadas, al ir en pos de los casos más extremos, dejan desamparados a familias y grupos sociales, en cuanto ellas muestran síntomas de un éxito efímero. ¿Sabe usted qué pasará con las 5.000 mejores familias del Chile solidario? ....quedarán por su cuenta, por ser emprendedoras. El apoyo vendrá cuando vuelvan a caer en los brazos ingratos de la extrema pobreza. Diversos estudios han mostrado que del 72% de las familias que por acciones solidarias de organizaciones sociales o políticas públicas logran acceder a un trozo de movilidad social, 58% de ellas en menos de dos años empeoran sus condiciones, retornando en un 35% a niveles aún más críticos que los iniciales. Para ellos, la movilidad social en el Chile de hoy no sólo es difícil sino altamente inestable.
De allí que una cosa aparece con carácter de urgente. Hay que evaluar lo que se está haciendo. Y si bien esa tarea se realiza en programas de gobierno o de algunas organizaciones. ¿qué pasa con los casi 4.000 programas sociales que funcionan en Santiago atendiendo la pobreza y que dependen de diversas organizaciones sociales de la sociedad civil?
Hay algo que no estamos haciendo bien: ¿Sabía usted que un 78% de los reos rematados en Colina dos, tienen en su vida más de 27 años de diversas intervenciones sociales que no dieron resultados? ¿Qué de los 200 barrios propuestos por el Ministerio de vivienda para demoler, por mal pensados y peor ejecutados, 90% de ellos son zonas de pobreza extrema? ¿que del 89% de los ancianos pobres, la “mejor solución” proporcionada y que es accesible sólo al 50% de ellos es un “hogar de ancianos” con veinte camas por pieza y con un día enteramente programado para ellos, o un subsidio que les permite habitar en una casa de 20 metros, donde la mayoría no sale después de las ocho por miedo a sus vecinos? ¿qué dos de cada cuatro niños pobres que son golpeados o abusados por sus familias tendrán como destino deambular ocho años o más por distintos programas de muy diversa índole? ¿qué pueden ir de una situación crítica, a un programa crítico por la noche y en el día a una escuela crítica? .... por cierto, no es lo que deseamos para nuestros hijos.
Por lo tanto, no se trata sólo de allegar recursos, sino de cualificar lo que se realiza en cada uno de estos programas.
Si queremos combatir la desigualdad desde su raíz la tarea es clara: hay que trabajar la pobreza con
calidad.
Teresa Matus
(Trabajadora Social, Docente PUCV, Dra. Sociologia)

La mujer Cancha

(Paula Serrano; Psicóloga)

Las mujeres mamás y esposas son como los árbitros. Son de los jugadores y su juego y sus reglas. Son cancha.
No se pertenecen. Son cancha.
No tienen propiedad privada; sus maridos si la tienen. El computador, el pendrive, el auto de la mamá son de todos. Los equivalentes del papá son de ellos.
El dinero de mamá es dilapilable y se puede pedir cuántas veces se pueda. No importa que diga que no, porque no hay vergüenza unida a la petición de lo que sea a mamá. El dinero de papá, que generalmente es más en cantidad, es mucho más valorado, escaso, necesitado de ahorro y cuidado y sobre todo es difícil de pedir.
Cuenta una mamá que su hijo, que vive ya fuera de la casa, le pidió su auto un viernes para una fiesta fuera de santiago. Lo recibió de vuelta el lunes, sin explicaciones, sin vergüenza, así como así. Total la mamá y sus cosas son cancha.
Cuenta una madre separada que le sugirió al padre de sus hijos que les comprara zapatillas el fin de semana que saldrían con él. Los niños volvieron sin zapatillas y con explicaciones vagas. Ella llamó al papá y reclamó. El padre había llevado a los niños y ellos le dijeron que no necesitaban zapatillas, en realidad no necesitaban nada.
Pero no son sólo los hijos que asemejan a sus madres a los árbitros. También los hacen sus maridos. Su tiempo es suyo, sagrado. El tiempo de ellas es de ambos. La familia del marido es de ambos, hay que convidar a mamá a pasar vacaciones, hay que pasearla, acompañarla. Lo hace ella, muchas veces, porque ellas es cancha y la familia del marido es también su obligación. La familia suya es suya. Cuando los domingos van a almorzar donde los suegros de ella, él duerme siesta… ella conversa con los suegros. Cuando van a la casa de los padres de ella, él duerme siesta porque su propia suegra lo acomoda para que descanse. Ella les conversa a sus padres como ayer a sus suegros, mientras él despierta.
Los amigos de trabajo y las obligaciones sociales que se desprenden de la vida laboral del marido forman parte de las obligaciones de la esposa, no así al revés. En muchos países, las jefas de Estado pueden excluir a su maridos del protocolo. No es así cuando el jefe de Estado es un hombre; hay múltiples obligaciones del cargo que ella debe asumir, a veces por tradición, por norma y hasta por ley. Las mujeres no “jugamos fútbol”, pero somos las mejores árbitros del mundo. Sólo porque somos un pasto ancho, verde y acogedor que les pertenece más a otros que a nosotras mismas.
Grave.