miércoles, 20 de febrero de 2008

El físico Antonino Zichichi comenta la fallida visita del Papa a «La Sapienza»

Presidente de la Federación Mundial de Científicos para la alianza entre fe y ciencia
ROMA, jueves, 31 enero 2008 (ZENIT.org).- El profesor Antonino Zichichi, presidente de la «World Federation of Scientists» (Federación Mundial de Científicos), sostiene que es posible una alianza entre fe y ciencia.
En una entrevista concedida a Zenit, el conocido científico italiano afirma que la oposición a la visita de Benedicto XVI a la Universidad «La Sapienza» de Roma ha sido la manifestación de una cultura «prearistotélica».
Zichichi trabajó en el campo de la física subnuclear (física de partículas) en los laboratorios Fermilab de Chicago, Estados Unidos, y en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) de Ginebra, Suiza.
Entre sus numerosos descubrimientos destaca la antimateria nuclear.
En 1962, fundó en Erice, en su Sicilia natal, el Centro «Ettore Majorana» de cultura científica.
Ha sido presidente de la Sociedad Europea de Física, del Instituto Italiano de Física Nuclear, presidente del Comité de la OTAN para las tecnologías de desarme (nuclear, químico, bacteriológico y convencional).
Actualmente es profesor emérito de Física Superior en la Universidad de Bolonia.
Hablando de la relación entre razón y fe, tema afrontado por Benedicto XVI en su intervención en la Audiencia General de este miércoles, el profesor Zichichi recuerda que los resultados logrados por la ciencia actual serían impensables sin «ese acto de fe y de humildad intelectual, madurado dentro de la cultura católica con Galileo Galilei».
--¿Qué es para usted la razón?
--Zichichi: Nosotros somos la única forma de materia viviente a la que le ha sido dado el privilegio de la razón; y gracias a la razón la forma de materia viviente a la que pertenecemos ha podido descubrir el lenguaje, la lógica y la ciencia.
Existen centenares de miles de formas de materia viva, vegetal y animal, pero ninguna de ellas supo descubrir la memoria colectiva permanente --mejor conocida como lenguaje escrito-- ni las formas de lógica rigurosa como la matemática o la ciencia que, entre todas las lógicas posibles, es la que eligió el Creador para hacer el Universo, tal como podemos verlo y estudiarlo, y a nosotros mismos.
Una lógica que nos ha permitido estudiar y comprender pero que nadie será nunca capaz de alterar. Sin la razón, no habríamos podido descubrir la ciencia, esta extraordinaria aventura intelectual, iniciada hace sólo 400 años con Galileo Galilei y las primeras Leyes fundamentales de la naturaleza descubiertas por él.
Galileo las llamaba «huellas del Creador», huellas que podían incluso no existir. En cambio, él estaba convencido de que existían y de que estaban presentes tanto en las estrellas como en la materia «vulgar», como las piedras, en las que en aquel tiempo todos estaban convencidos de que no era posible encontrar verdades fundamentales. Precisamente estudiando las piedras Galileo empezó a buscar aquellas huellas, por un acto de fe en el Creador.
Un acto de fe y de humildad que nos ha permitido llegar hoy, en sólo cuatro siglos, a concebir la existencia del «supermundo»: la más alta cima de los conocimientos científicos galileanos, por tanto del saber riguroso, respecto a lo inmanente. Las fronteras mismas del supermundo confirman lo que decía antes, es decir que somos la única forma de materia viviente dotada de razón.
--Se han atribuido al Papa falsas declaraciones de condena respecto a Galileo Galilei, luego desmentidas. ¿Cuál cree que es el pensamiento de Benedicto XVI sobre Galileo?
--Zichichi: Para Benedicto XVI, la razón está en el centro de la cultura de nuestro tiempo. Su pensamiento sobre Galileo ha sido alterado, extrapolando una cita de Feyerabend (que declaraba justa la condena de Galilei), perteneciente a un discurso que en realidad tenía como objetivo mantener la tesis opuesta. Y justo en Galileo el Papa ve una unión entre ciencia y fe.
El 6 de abril de 2006, a la pregunta de un joven que participaba en la Plaza de San Pedro en un encuentro de preparación a la Jornada Mundial de la Juventud, Benedicto XVI respondió que «el gran Galileo» consideraba que la Naturaleza y la Biblia eran dos libros escritos por el mismo Autor. El libro de la Naturaleza, escrito en lengua matemática, porque para construir el Universo es necesario el rigor de la matemática; la Biblia, siendo palabra de Dios, tenía que ser escrita en cambio en un lenguaje sencillo y accesible a todos, como deben ser los valores de nuestra existencia, que es una simbiosis de la esfera inmanente y de la esfera trascendental.
--¿Qué es la ciencia?
--Zichichi: La ciencia, nos recuerda Benedicto XVI nace del acto galileano de humildad intelectual: Aquél que ha hecho el mundo es más inteligente que todos nosotros, científicos, filósofos, artistas, matemáticos, sin excluir a nadie. Para conocer la lógica que eligió el Creador para crear el mundo y a nosotros mismos, sólo hay una posibilidad: hacerle preguntas de modo riguroso. Este es el significado de «experimento de cuño galileano» y de aquí nace la ciencia galileana, que exige rigor y reproducibilidad.
Si yo en 1965 hubiera podido demostrar la existencia de la antimateria nuclear sólo con papel y pluma y usando el rigor de la matemática, no habría necesitado hacer un experimento sumamente difícil, para el que fue necesario inventar un circuito electrónico especial que midiera el tiempo de vuelo de las partículas subnuclares, con una precisión hasta entonces nunca obtenida: fracciones de nanosegundos (una mil millonésima parte de un segundo).
Para hacer un descubrimiento científico es por tanto necesario rendirse a la superioridad intelectual del Creador de todas las cosas visibles e invisibles, y realizar un experimento. Es lo que sucedió con la antimateria nuclear y con muchos otros descubrimientos.
Cada descubrimiento fue obtenido siempre tras un experimento que exigió al menos una invención tecnológica, como por ejemplo el más potente detector de neutrones, que ha permitido descubrir una formidable propiedad del universo subnuclear. No es una propiedad banal de las estructuras subnucleares, sino el resultado de las leyes que gobiernan el universo cuya regularidad y cuyas leyes ningún filósofo, lógico matemático, pensador, nadie, supo prever.
Si fuera suficiente el rigor de la lógica matemática para comprender cómo está estructurado el universo subnuclear, no necesitaríamos construir estructuras complejas y gigantescas como la nueva máquina que entrará en funcionamiento a finales de este año en el CERN de Ginebra: una pista magnética de 27 kilómetros, con una cantidad enorme de detectores, algo hasta ahora nunca realizado, para encontrar respuesta a la pregunta: «¿Cómo era el universo un décimo de nanosegundo después del Big Bang»?
--Usted habla a menudo de la necesidad de humildad intelectual en la investigación científica...
--Zichichi: Si no hubiera sido por el acto de humildad intelectual del padre de la ciencia moderna, Galileo, habríamos permanecido detenidos, quién sabe por cuantos siglos todavía, en lo que pensaban nuestros antepasados: basta ser inteligentes para comprender cómo está hecho el mundo.
Durante diez mil años, desde el alba de la civilización hasta el siglo XVI, todas las culturas creyeron ilusoriamente saber descifrar el Libro de la naturaleza sin hacer nunca una sola pregunta a su Autor. He aquí por qué a ninguna cultura le tocó el privilegio de descubrir ninguna ley fundamental de la naturaleza.
Hoy, la ciencia ha llegado al umbral del supermundo por aquel acto de fe y de humildad intelectual, madurado en el corazón de la cultura católica con Galileo, que Juan Pablo II, el 30 de marzo de 1979, en el Vaticano, estando presentes representantes de los físicos de toda Europa, definió hijo legítimo y predilecto de la Iglesia católica.
Con su coraje intelectual y espiritual, Juan Pablo II trajo de nuevo a casa por fin los tesoros de la ciencia galileana, que son auténticas conquistas de la cultura católica. Y Benedicto XVI es hoy el máximo custodio de estos tesoros en la continuidad cultural de su apostolado con el de Juan Pablo II.
--¿Esto se conecta con la alianza entre ciencia y fe que usted ha mantenido siempre?
--Zichichi: El papa Juan Pablo II, abriendo las puertas de la Iglesia católica a la ciencia galileana, dio vida a esta gran alianza entre fe y ciencia. Una alianza de la que es prueba la frase «ciencia y fe son ambas dones de Dios», grabada sobre hierro y expuesta a los científicos de todo el mundo en el Centro de cultura científica «Ettore Majorana», en Erice.
La cultura de nuestro tiempo se dice moderna pero de hecho es prearistotélica, como lo prueba esa carta que firmaron 67 personas que hoy se han convertido --según me han dicho-- en muchos miles.
Sin embargo, Enrico Fermi enseña que la ciencia está fundada en la meritocracia y no en el número de quienes firman una presunta verdad. No se pueden someter a votación las «Fuerzas de Fermi» o la ecuación de Dirac. Ni las leyes que seguimos descubriendo en el universo subnuclear. La democracia está bien para la política, no para las verdades científicas. Si viviéramos --como pretende la cultura dominante atea-- en la era de la ciencia, esa carta no hubiera tenido una sola firma: nunca habría sido escrita. Las raíces de esa carta están en la cultura de nuestro tiempo que --como decía antes-- se dice moderna, mientras que de hecho es prearistotélica. En efecto, ni la lógica rigurosa ni la ciencia han entrado todavía en el corazón de esta cultura que --como ha escrito el papa Benedicto XVI en el discurso preparado para la visita a «La Sapienza»-- «obliga a la razón a permanecer sorda al gran mensaje que viene de la fe cristiana y de su sabiduría. Comportándose así, esta cultura no permite que las raíces de la razón penetren hasta los manantiales que alimentaban su savia vital».
La síntesis más hermosa del pensamiento del papa Benedicto XVI está grabada en la cúpula de la basílica de Santa María de los Ángeles y de los Mártires en Roma, en la que hay otra famosa frase de Juan Pablo II: «La ciencia tiene raíces en lo inmanente pero lleva al hombre hacia lo trascendente». Negar a Benedicto XVI el derecho de llevar a los jóvenes el mensaje de la gran alianza entre fe y ciencia ha sido un acto de obscurantismo, no de laicidad.
Por Paolo Centofanti, traducido del italiano por Nieves San Martín

Eppur si muove

Se sabe que los ancianos tienen regresiones mentales que los llevan de vuelta a los espacios más felices, plenos o intensos de sus vidas. Algo así le está sucediendo a Ratzinger cuando afirma que en la época de Galileo la iglesia fue más fiel a la razón que el mismo Galileo. Mas eppur si muove. Tal vez retorna a los felices años de inquisidor, durante los que se ensañó, por ejemplo, con los defensores de la Teología de la Liberación, aquel puro ejercicio de razón que aconsejaba colocarse junto a los pobres, so riesgo de perder la clientela en los países misérrimos del tercer mundo, o peor aún, es posible que sus regresiones lo conduzcan a los felices días pardos en la Juventud Hitleriana, cuando la razón del catolicismo aceptaba y daba por buena la patraña fundadora del nacionalsocialismo: “de dios al rey, del rey al volk (pueblo), y del pueblo al Führer”.
La Universidad de Roma, en una impecable demostración de la fuerza que puede y debe tener la sociedad civil y laica, obligó al Vaticano a suspender una visita papal inexplicable, pues si existe un lugar en el mundo que debe permanecer libre de paparruchadas, dogmas y supercherías, es precisamente la Universidad.
En Roma, académicos y estudiantes, investigadores y científicos, han puesto en su justo valor a La Razón, ese formidable invento europeo llamado a regir la convivencia de sociedades y naciones para que el oscurantismo de los “teocon” no vuelva a proponer modelos nacional-católicos de tan triste recuerdo como única forma de gobierno o de Estado.
Y el ejemplo de lo ocurrido en Roma debería desencadenar una serie de respuestas a esas preguntas que están en el aire, pero que, o por cálculos electorales o por sumisión políticamente correcta no se pronuncian en voz alta: ¿Hasta cuándo vamos a permitir que hordas de supersticiosos ofendan la dignidad de la mujer atacando a las clínicas que realizan abortos, y que cumplen con escrupulosidad legal el ejercicio de un derecho? ¿Hasta cuándo vamos a tolerar que un miserable con sotana compare la homosexualidad con la pederastia, y se atreva a decir que hay menores que provocan sexualmente? ¿Hasta cuándo tenemos que soportar al clero autodesignándose paladines de los Derechos Humanos, y declarando urbi et orbe que el laicismo, esencia de la democracia, los vulnera?
Solemos aceptar al patán que presume de doctor, pero no dejamos al gato cuidando la carne que tiraremos a la barbacoa. De la misma manera no podemos conceder autoridad ni tribuna para hablar de sexo, a sujetos que renunciaron a él, y que lo ven como una mera y miserable función reproductora. No podemos permitir que los Derechos Humanos sean invocados por aquellos que no solamente cerraron los ojos cuando estos eran violados, sino que los abrieron muy bien para ver el mal que hacían los criminales y obtener de ellos un botín a cambio del silencio. Eso hizo la iglesia católica en la España de Franco, eso hizo Pío XII durante el auge del nazismo, así actuó la iglesia católica estadounidense bendiciendo el bombardeo con napalm en Vietnam, ese fue el comportamiento de la iglesia católica argentina que absolvía a los torturadores antes y durante la “misión purificadora” en las cárceles secretas.
Con su ejemplo, la Universidad de Roma, nos dice que la defensa del Estado aconfesional y laico vuelve a ser una vez más, una tarea urgente, porque el laicismo es lo último que nos queda para preservar esa serie de conquistas que se llaman Derechos Humanos, que se llaman Libertad.
El constante debilitamiento del Estado como institución, que por la mundialización y consiguiente politización de la economía, va cediendo funciones –por eso se hacen las privatizaciones- a empresas multinacionales que no pueden tener ni moral ni ética pues su objetivo único es el lucro, deja a la sociedad indefensa y en manos de la superchería.
No es casual el desvarío de Ratzinger al menospreciar la razón de Galileo. Tampoco lo fue su participación vía videoconferencia en el primer acto de campaña electoral de la derecha española organizado por los obispos. Nada de lo que hace la iglesia católica, esa poderosa multinacional con sede en el Vaticano, bancos incluidos, conexiones mafiosas incluidas, es casual ni obedece a súbitas inspiraciones divinas. El clero sabe que una profundización de las libertades ciudadanas, de los derechos civiles, de la educación cimentada en valores y no en tradiciones folclóricas, da como fruto sociedades inteligentes, curiosas, capaces de aceptar el futuro como un reto colectivo y no como una fatalidad.
Ratzinger y el vaticano podrán condenar a los jóvenes de la Universidad de Roma -ya lo hizo a su manera el pusilánime Prodi- a las mujeres que ejerciendo de derecho a ser dueñas de su cuerpo abortan, a los chicos que estudian educación para la ciudadanía, a los jueces que casen a personas del mismo sexo, a los científicos que investiguen con células madre, pero, es evidente que, eppur si muove, tal como dijo Galileo: y sin embargo se mueve.

Luis Sepúlveda Gijón, 16 de enero de 2008
Amordazar al Papa [2008-01-27]Choque cultural y laicismo empobrecedor
Una musulmana sale defensa del Papa ante la intolerancia [2008-01-18]Tras el veto a Benedicto XVI en la Universidad
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El Hueso Blanco


Si los elefantes pudieran contar una historia, la que contarían, sin dudas, sería la historia de Mud. Mud es una joven elefanta, huérfana de nacimiento y dotada de poderes visionarios. Durante años, ella y su familia adoptiva han recorrido los altos pastizales, los pantanos y los desiertos de Africa. Ahora la tierra está abrasada por la sequía, y los cuerpos mutilados de familiares y amigos, asesinados por cazadores ávidos de marfil, yacen aquí y allá. Nada -ni el terreno otrora familiar, ni los antiguos ritmos de la vida, ni siquiera la memoria misma- parece ya confiable. Sin embargo, una débil profecía esperanzadora pasa de abrevadero en abrevadero: el legendario hueso blanco sagrado les señalará a los elefantes la ubicación del Lugar Seguro. Y así comienza una búsqueda por las vastas y peligrosas llanuras africanas, hasta que por fin los sobrevivientes enfrentan su más decisiva prueba de lealtad y de coraje. En El hueso blanco, la escritora canadiense Barbara Gowdy realiza una hazaña de imaginación sin precedentes en la ficción moderna. Sumergidos en un paisaje extraño, los lectores se orientan en tiempo de elefantes, espacio de elefantes, conciencia de elefantes y comienzan a sentir, en palabras de Gowdy, cómo sería ser así de voluminoso y apacible, vivir en tan grave peligro y tener esa memoria prodigiosa.


El Hueso Blanco - Barbara Gowdy

martes, 5 de febrero de 2008

Derecho a no ser madre:maternidad voluntaria


Los derechos humanos son indivisibles e interdependientes, en la medida
en que no es posible establecer una jerarquía que sitúe a un grupo de
derechos por encima de otros. Por lo tanto, los derechos sexuales y reproductivos
tienen la misma fuerza que cualquier otro derecho en sus múltiples dimensiones.


Anónimo


El Aborto en Chile está prohibido en todas sus formas, situación que obliga a miles de mujeres cada año a buscar en la clandestinidad la forma de interrumpir embarazos no deseados. Esta práctica pone en riesgo la vida de las mujeres y vulnera un derecho fundamental como es el decidir por su propia vida y en su propio cuerpo.
El Estado chileno ha suscrito Convenios y acuerdos internacionales que velan por la promoción de los derechos sexuales y reproductivos e incluyen la necesidad de otorgar los cuidados y atenciones a mujeres que presentan complicaciones producto de abortos mal hechos, cuestión que en nuestro país no se cumple.
Las mujeres son personas autónomas y libres de tomar las decisiones que estimen convenientes para llevar la vida que desean llevar. Existe el derecho a ser madre y el derecho a no serlo. Sin embargo en Chile, el Gobierno -a través del Sernam- no ha incluido en su Plan de igualdad de oportunidades 2000-2010 esta histórica demanda de las mujeres, conformándose una situación de vulneración de derechos y de violencia hacia las mujeres, que impide una óptima salud o bienestar de la mitad de la población.

PALABRAS CLAVES: aborto, derechos, salud sexual y reproductiva, salud, ciudadanía, mujeres.


Zicri Orellana Rojas
Psicóloga, ©Magíster en Psicología Comunitaria
Universidad de Chile

(El texto completo en www.comunitaria.cl)