domingo, 6 de enero de 2008

La mujer Cancha

(Paula Serrano; Psicóloga)

Las mujeres mamás y esposas son como los árbitros. Son de los jugadores y su juego y sus reglas. Son cancha.
No se pertenecen. Son cancha.
No tienen propiedad privada; sus maridos si la tienen. El computador, el pendrive, el auto de la mamá son de todos. Los equivalentes del papá son de ellos.
El dinero de mamá es dilapilable y se puede pedir cuántas veces se pueda. No importa que diga que no, porque no hay vergüenza unida a la petición de lo que sea a mamá. El dinero de papá, que generalmente es más en cantidad, es mucho más valorado, escaso, necesitado de ahorro y cuidado y sobre todo es difícil de pedir.
Cuenta una mamá que su hijo, que vive ya fuera de la casa, le pidió su auto un viernes para una fiesta fuera de santiago. Lo recibió de vuelta el lunes, sin explicaciones, sin vergüenza, así como así. Total la mamá y sus cosas son cancha.
Cuenta una madre separada que le sugirió al padre de sus hijos que les comprara zapatillas el fin de semana que saldrían con él. Los niños volvieron sin zapatillas y con explicaciones vagas. Ella llamó al papá y reclamó. El padre había llevado a los niños y ellos le dijeron que no necesitaban zapatillas, en realidad no necesitaban nada.
Pero no son sólo los hijos que asemejan a sus madres a los árbitros. También los hacen sus maridos. Su tiempo es suyo, sagrado. El tiempo de ellas es de ambos. La familia del marido es de ambos, hay que convidar a mamá a pasar vacaciones, hay que pasearla, acompañarla. Lo hace ella, muchas veces, porque ellas es cancha y la familia del marido es también su obligación. La familia suya es suya. Cuando los domingos van a almorzar donde los suegros de ella, él duerme siesta… ella conversa con los suegros. Cuando van a la casa de los padres de ella, él duerme siesta porque su propia suegra lo acomoda para que descanse. Ella les conversa a sus padres como ayer a sus suegros, mientras él despierta.
Los amigos de trabajo y las obligaciones sociales que se desprenden de la vida laboral del marido forman parte de las obligaciones de la esposa, no así al revés. En muchos países, las jefas de Estado pueden excluir a su maridos del protocolo. No es así cuando el jefe de Estado es un hombre; hay múltiples obligaciones del cargo que ella debe asumir, a veces por tradición, por norma y hasta por ley. Las mujeres no “jugamos fútbol”, pero somos las mejores árbitros del mundo. Sólo porque somos un pasto ancho, verde y acogedor que les pertenece más a otros que a nosotras mismas.
Grave.

1 comentario:

Marcela Menares Alvarez dijo...

Estoy absolutamente de acuerdo, ¿Pero cuanto de esto es provocado por nosotras mismas?, si bien es cierto han sostenido por decadas aquellas mujeres emancipadas, que la sociedad nos ha empujado y obligado a esta formación, pero ya no vasta con solo manifestarlo, sino con tomar una actitud, no ser la suegra que acomoda al yerno para la siesta. Recordemos que nosotras somas formadoras, nosotras tenemos una responsabilidad frente a nuestras mujeres y a la realidad.